¿Alguna vez has querido que la gente te lea la mente y sepa lo que quieres?
Es tu responsabilidad expresar lo que te gusta y lo que no te gusta. Es tu trabajo comunicar cuando alguien ha hecho algo que ha cruzado una línea de respeto o sentimientos de seguridad.
Los límites consisten en crear un entorno que permita una intimidad más profunda. No son para crear distancia y separarnos, existen como líneas de respeto a las necesidades del otro.
Los límites son los que ponen orden en nuestro mundo. Al principio aprendemos los límites de nuestros padres o cuidadores. Aprendemos a aplicarlos a nuestra vida observando la forma en que nuestros padres y cuidadores aplican los suyos.
A medida que pasamos por las etapas de desarrollo de la infancia, nuestros límites se desarrollan de forma saludable. Si nuestros padres tienen un sistema débil, lo más probable es que nosotros también lo tengamos.
En este artículo, aprenderás a establecer límites saludables que te ayudarán a prosperar.
Límites emocionales saludables
Los límites emocionales son protectores que utilizamos para definir cómo regulamos nuestra aceptación de cómo nos tratan los demás.
Evitan que seamos necesitados, demasiado empáticos, controladores o demasiado complacientes y nos protegen del abuso emocional o la manipulación de otras personas.
No son muros emocionales para mantener el dolor fuera o para herir, controlar, cambiar, manipular o arreglar a los demás. Los límites son los que definen dónde terminamos nosotros y dónde empiezan los demás. Nos protegen de los abusadores y nos mantienen emocionalmente seguros.
En otras palabras, los límites no consisten en obligar a los demás a cambiar, sino en decidir lo que vas a tolerar y lo que no.
Te permiten disfrutar de unas relaciones más saludables
El miedo al rechazo es la principal razón por la que las personas se abstienen de establecer límites. Sin embargo, establecerlos en tus relaciones te mantendrá rodeado sólo de las personas que realmente te quieren y desean que seas feliz. Las relaciones se vuelven mucho más genuinas e íntimas cuando hacemos valer nuestras necesidades y somos completamente honestos con el otro.
¿Cómo saber cuándo hay que ponerlos en práctica?
Tienes que ser capaz de sentir las señales físicas y emocionales de que estás a punto de cruzar un límite.
Cuando empieces a sentirte un poco inestable, es probable que un límite esté a unos pasos de distancia. Si te sientes enfadado/a, resentido/a o impotente, es probable que se haya cruzado la raya.
Es hora de establecer algunos límites si:
- Sientes que es virtuoso cuando pones a los demás por delante de ti
- Equiparas la afirmación de tus propias necesidades con el egoísmo
- Sientes que tu privacidad es violada con frecuencia
- Sueles permitir que los demás hagan los planes y elijan cómo pasar el tiempo juntos
- A menudo no dices nada cuando alguien te hace daño
- Te sientes como una víctima como resultado del comportamiento de los demás
- Sueles sentirte resentido con los demás cuando no tienen en cuenta tus necesidades o no corresponden a tus esfuerzos
- Has sido capaz de expresar tus alcances pero nunca has seguido las consecuencias cuando estos límites no se respetan.
Límites emocionales poco saludables
- Límites débiles
El enamoramiento es una descripción de una relación en la que el límite entre tú y otra persona no existe o es muy borroso.
Las personas con límites débiles pueden temer estar solas y buscar relaciones estrechas en las que se pierden a sí mismas.
Cuando estás enredado, te sientes responsable de las necesidades de tu pareja, pero no te responsabilizas de tus propias necesidades. Esto lleva al conflicto y a veces al abuso.
- Límites rígidos
Aquí puedes tener miedo de acercarte a los demás porque no te has permitido aprender a protegerte.
Puede que te aísles socialmente o que te mantengas distante en tus relaciones, lo que sólo crea problemas a los demás que no se permiten acercarse.
Puedes utilizar el silencio, la ira o la desconfianza como mecanismos de protección.
- Límites rotos y mezclados
Cuando tus límites están rotos, puedes tener límites en ciertas situaciones, algunas veces o con ciertas personas.
Por ejemplo, puedes perder tus límites cuando estás estresado o establecer límites con la familia, pero no con los amigos. Tus límites también pueden pasar de débiles a rígidos después de haber sido herido o cuando sientes miedo a la intimidad.
Cómo suenan los límites
- Es mi responsabilidad hacerme feliz y descubrir lo que me hace feliz
- No es mi responsabilidad asegurarme de que todo el mundo sea feliz
- No es mi trabajo rescatar a la gente
- No tengo que anticiparme a las necesidades de las demás personas
- Está bien decir “no”
- No pasa nada si los demás se enfadan
- Está bien pasar tiempo a solas sin tener que dar explicaciones
- No pasa nada si la otra persona no está de acuerdo conmigo
- No pasa nada por ser yo mismo/a y no lo que los demás quieren que sea
- Nadie tiene derecho a abusar de mí o a faltarme al respeto de ninguna manera, incluyendo a mi familia, amistades, pareja, compañeros de trabajo o empleador
¿Y si los demás no aceptan tus límites?
Puede que algunas personas no entiendan por qué has establecido ciertas reglas o límites. No pasa nada. No tienen por qué hacerlo. Esos límites son una decisión tuya y tienes todo el derecho a establecerlos. No debes dar ninguna explicación.
No tienes que justificar nada ni describir tu razonamiento o lo que te llevó a tomar esa decisión. Un límite se establece para protegerte y proteger lo que es importante para ti, y eso es lo único que debe preocuparte.
“No” es una frase perfectamente completa.
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