Cuando escuchamos el término amor libre, es posible que nos formemos una idea sobre este concepto en nuestra mente, aunque es probable que esta idea sea diferente, incluso para las personas que inicialmente creyeron que estaban de acuerdo.
Es uno de esos temas sobre los que parece fácil comentar (si todos conocemos el significado del amor y el significado de la libertad, ¿por qué el amor libre no significa nada en lo que creemos?). Pero al mismo tiempo no hay mucha información difundida.
El hecho de que una sola cosa o persona merezca nuestro amor es una forma de barbarie, pues excluye a todos los demás.
Friedrich Nietzsche
Algunas definiciones
El término “poliamor” (o poliamoría-, polyamory en inglés) es un neologismo que apareció por primera vez en los años sesenta, pero cuya popularización data de la década de los noventa. Construido a partir de la raíz griega poly, que significa «muchos», traduce la idea de los amores múltiples, es decir, con muchas personas y de muchas formas al mismo tiempo.
También tenemos la definición del “amor libre“, como “una manera de entender las relaciones desde una perspectiva que implica que nadie es propiedad de nadie y que una relación sexo-afectiva determinada no es el centro de la vida de una persona. También considera que es válido todo lo que dos personas consensuen entre sí”
Este nuevo concepto subraya el carácter polisémico de la palabra amor, que se aplica de forma indiferenciada a todos y todas, las parejas amorosas, a las madres, los padres, a los hijos e hijas, amistades e incluso a las cosas, como el chocolate o el fútbol. De manera más específica, añade la idea de que el amor sentimental y erótico se puede vivir con muchas personas simultáneamente.
El poliamor tiene su fundamento en el proyecto de vivir relaciones sentimentales con numerosas parejas, incluyendo o no las relaciones sexuales, con toda franqueza y dentro del respeto a cada uno. Por ello se diferencia de la monogamia, es que el primero reclama el derecho a vivir sus amores múltiples y simultáneos en el día a día, mientras que el segundo aún se adhiere al mito del amor romántico exclusivo.
El amor múltiple está floreciendo y el sentimiento de amor apunta a varias personas al mismo tiempo. Pero su jardín no es uniforme y no sigue reglas fijas. Al contrario, su forma solo puede estar limitada por la imaginación, siempre que garantice el respeto por los demás.
Diferentes formas de amar
El Poliamor, algunas veces llamado amor libre, se caracteriza por la libertad que se da a los miembros de la pareja para iniciar y mantener relaciones amorosas con otras personas. Algunos poliamorosos, sin embargo, insisten en la fidelidad hacia sus parejas y lo consideran un valor superior a la libertad. Se habla entonces de polifidelidad.
Existen formas de poliamor llamadas igualitarias. En ellas, todos ocupan el mismo nivel y tienen los mismos derechos: nadie está en una posición privilegiada, en una especie de ideal democrático. Así la relación triangular, o trío amoroso, esta formada por tres personas en pie de igualdad.
Esos modelos igualitarios no tienen teóricamente ningún límite en cuanto al número de personas implicadas: así se pueden formar comunidades amorosas y celebrar matrimonios en grupo, en los que cada participante se compromete con todos los demás miembros del grupo.
Las formas que puede adoptar el poliamor son muy variadas, hasta tal punto que es difícil ordenarlas. Por otra parte, tampoco existe un término comúnmente aceptado y utilizado para designar a los compañeros poliamorosos. Su punto en común, que es a la vez su especificidad, reside en la posibilidad de amar simultáneamente.
Vivir los vínculos sexoafectivos de una forma diversa, distinta a la hegemónica, puede ser una decisión que a veces cuesta, pero que se toma como una elección y con una convicción.
Las 10 leyes de su filosofía
- Son responsables porque entienden que son humanos y se equivocan: sufren perturbaciones, pero no se culpan a sí mismos ni culpan a los demás. No se victimizan, ni se machacan, ni se regodean en el dolor.
- Liberan a los demás de tener que cumplir sus expectativas: fluyen. La buena noticia es que así nunca se decepcionan.
- Se relacionan desde el desapego. La plenitud y la completitud no dependen de la existencia de otra persona. No necesitan una pareja “que los complete”, mucho menos que su felicidad dependa de otros.
- Quieren y aceptan a los demás por lo que verdaderamente son. Ningún comportamiento del otro limita ni condiciona su capacidad de amar. No se toman nada personal.
- Aceptan y respetan al otro como es, aunque no estén de acuerdo. Confían en las personas y no intentan cambiarlas. No manipulan, ni presionan, ni chantajean para conseguir lo que quieren.
- No se preocupan en parecer buenas personas para quedar bien. Se priorizan y no les importa que el amor propio pueda ser juzgado como egoísmo.
- Son autosuficientes. La relación más importante es con sí mismos y necesitan estar a solas para cultivarla. Se conectan con otros individuos a nivel profundo, pero no sienten dependencia social ni ansiedad por ser aceptados por grupos.
- Son auténticos. Dicen la verdad de lo que sienten y se exponen. No dan excusas ni se justifican por miedo al rechazo.
- Admiran, inspiran, aprenden y se nutren. No se comparan, no sienten envidia.
- Plantean la paradoja de la libertad. Cuanto más separados, más unidos y conectados.
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