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¡Disfruta tu soltería!

La palabra “soltería” puede entenderse gracias a dos vertientes: lo inherente a la condición legal de un individuo o bien, al ámbito social (Gómez, A. & Salguero, A., 2014). En este artículo nos enfocaremos en este segundo punto, aperturando una visión sobre los estereotipos y la carga sociocultural presentes en la palabra. 

¿Cómo es mi propia relación con mi soltería?

Vamos a partir de la siguiente premisa: “No es lo mismo estar soltero/a por decisión que por obligación.” Ambas pintan un panorama muy diferente dentro de la vivencia de cada persona siendo la  segunda donde mayor peso tienen los estigmas y presiones sociales como la relación entre la pareja y la edad (dentro del cuál los estereotipos  de género se encuentran implícitos) o el constante cuestionamiento hacia las “exigencias” de la persona, teniendo por consecuencia el dudar sobre los límites establecidos y considerando permitir conductas o acciones que se alejan del bienestar del individuo. 

Estereotipos

Comencemos clarificando los estereotipos de género propios de esta “etapa”. Dentro de las múltiples pautas dictadas por la sociedad sobre convivencia, actuar y sentir de las mujeres, es decir, el cómo “deben” ser, el tener pareja o no juega un papel importante en la visión que se genera socialmente en ella. Generalmente las mujeres solteras en algún punto llegan a cuestionarse qué hay de malo con ellas, puesto que no logran tener una pareja; incluso esta idea distorsionada de la realidad se empareja con la idea de que una mujer debe ser elegida por un hombre. Así y sólo así podrá salir de la soltería e iniciar la tan esperada vida de pareja, además, será el paso para cumplir con su función como mujer: ser madre y formar una familia. 

En torno al discurso presente sobre la soltería masculina, se asocia con una imagen de libertad en  la cuál el hombre se permite disfrutar y generar múltiples experiencias sexoafectivas de forma libre. En diversos estudios se ha resaltado el deseo de emplear esta “etapa” como un punto de desarrollo personal y profesional, llegando a desembocar incluso en el temor a volver a entablar una relación de pareja por temor a perder todo lo logrado, es decir, su bienestar. Sin embargo, tiende también a presentarse una visión alterna enfocada en cuestionar la orientación sexual de un hombre únicamente por decidir no establecer  un vínculo socioafectivo. 

Dichos ideas presentes en un discurso hegemónico heteronormado sesgan la imagen que pueda construir  un individuo sobre sí mismo/a y sobre sus propias necesidades, estableciendo una relación de lucha constante contra la soltería o bien, por una necesidad en ocasiones conflictiva por mantenerla a toda costa, respectivamente.

Buscar pareja sobre una “necesidad” o carencia.

Mantener una relación de pareja no es sinónimo de felicidad. De igual forma, los estereotipos propios de su contraparte no deben encasillar la vivencia de cada persona, debido a que de ser así, se descalifica y desvalida el proyecto que quiera construir cada individuo para su vida y su propia individualidad reduciendo su posibilidad de descubrir si realmente desea o no establecer un vínculo afectivo con alguien más.

La soltería brinda la oportunidad de autoconocerse y de construir una relación consigo mismo/a que permita reconocer todo aquello que cada persona puede llevar a cabo o necesita para autogenerar dicho bienestar. La soltería generalmente es vista como una etapa de transición, pero esta idea evita entonces que el individuo disfrute y viva el presente y se enfoque en lo que cree necesitar para el futuro. 

El discurso hegemónico sobre la soltería y los mitos sobre el amor romántico han llevado a las personas a enfocar todo su esfuerzo a la búsqueda constante (en ocasiones inconscientemente) por mantener alguna interacción afectiva. 

Cuestionar desde dónde se decide tomar la decisión de iniciar una relación de pareja o su búsqueda resulta indispensable. Hay ocasiones en las cuales se opta por iniciar un vínculo bajo una carencia, es decir, sin realmente sentirse seguro/a de dar este paso. Por el contrario, si la búsqueda de una pareja se da por decisión y de forma consciente, permite generar relaciones afectivas más sanas siempre bajo el autoconocimiento y el propio establecimiento de límites. 

Si estoy sola/o, ¿qué hago?

  1. Permítete redescubrir tu concepto de soltería a partir de las siguientes preguntas:
  • ¿Qué significa para ti realmente? 
  • ¿Qué he escuchado en los medios, en mi familia, en mi entorno, etc. sobre la soltería? 
  • ¿Cuánto tiempo has invertido en buscar una pareja? 
  • ¿Tienes miedo de no encontrar a alguien? 
  • ¿Cuál es tu proyecto de vida? 
  • ¿Qué tantos prejuicios puedo encontrar adheridos a esta palabra? 
  • ¿Qué es lo peor que puede pasar si te mantienes sin pareja? 
  • Evalúa el tiempo que has estado soltera/o, ¿cómo ha sido este tiempo? 
  1. Busca tres cosas al día que te hagan sentir bien, si no encuentras alguna créala, así sea con algo aparentemente simple: desde comer algo que disfrutes mucho, escuchar tu canción favorita, hacerte un regalo, regalarte un momento de calma, etc. 
  1. Enfocate en descubrir qué puedes hacer por ti mismo/a para sentirte bien, es decir, pon en marcha actividades que te hagan sentir completa/o. 
  1. Conectate con tus personas cercanas y establece redes de apoyo de calidad. Toma el tiempo también para disfrutar a tu familia, a tus amigos/as, etc. 
  1. Define qué el lo que estás buscando para tu presente:
  • ¿Deseas salir y sólo limitarte a conocer personas de forma casual? 
  • ¿Quieres conocer a una persona con quien puedas poco a poco construir una relación afectiva? De ser este el caso, permítete conocer a una persona evitando idealizar una relación de pareja y a la persona, busca enfocarte en el presente y disfruta el proceso. 

Vive una soltería sana.

No debemos olvidar que parte de las características qué poseemos los seres humanos es que somos entes biopsicosociales, es decir, todo el tiempo estamos interactuando dentro de una sociedad. Pero es importante también considerar que la felicidad no va a depender de si una persona se encuentra en una relación de pareja o no, por el contrario, data de un proceso individual propio de cada persona encaminado a la búsqueda de plenitud y al cultivo del amor propio. 

Aprovecha para priorizarte más que nunca y comienza a disfrutar y aceptar la etapa nueva que estás viviendo, misma que te ofrece un amplio posibilidades de pasar tiempo a solas con la persona que más debes y puedes llegar a amar: tú misma/o. Opta mejor por disfrutar de tu compañía y por iniciar un discurso completamente diferente  restando peso a los estereotipos previamente te mencionados. 

Igualmente, aprovecha el espacio que te estás regalando para reflexionar sobre tus expectativas dirigidas a cómo tiene que ser el amor y como debe vivirse. Comienza a plantear límites importantes para ti eligiendo aquellos que son inamovibles y separando aquellos que pueden ser negociables, pero siempre enfocados en tu bienestar y el respeto a la imagen que tienes sobre una pareja. 

Podemos delimitar entonces que la soltería no es en absoluto sinónimo de soledad, caso contrario, permite apertura nuevas posibilidades para un persona que van desde el autoconocimiento, autocuidado, etc., hasta el iniciar o mantener nuevas vínculos no necesariamente amorosos. 

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