Muchas veces escuchamos la frase “aprendemos más del fracaso que del éxito” pero ¿realmente la ponemos en práctica? Recién fallamos es cuando más trabajo nos cuesta encontrar el lado bueno de las cosas, pero es el punto crítico para saber afrontarlo.
Un estudio realizado por la Universidad de Yale descubrió que, a nivel cerebral, tanto el éxito como el fracaso son importantes; puesto que las conexiones neuronales se extienden por casi todo el cerebro, ganar o perder se vuelve relevante para el aprendizaje en todos los ámbitos.
En otra investigación de la Universidad de California, se comprobó que una de las estrategias para salvaguardar nuestra autoestima es creer que somos competentes y demostrarlo a las demás personas, por eso cuando fracasamos nuestra autoestima tiende a bajar. Pero en este mismo estudio, también se corroboró que aquellas personas que no tienen tanto miedo a fracasar son aquellas que se enfocan en el aprendizaje que les deja lo que realizan, más que si tendrán éxito, y por ello perciben que alcanzan fácilmente este.
Podemos decir entonces que fracasar es parte del propio aprendizaje, y para disfrutar el éxito, también es necesario que aprendamos a fracasar. Entonces ¿Cómo acepto el fracaso?
Validar lo que sentimos
Como vimos, es totalmente normal sentirse con desánimo o insatisfacción cuando fallamos, incluso puede ser doloroso dependiendo de nuestras expectativas y nuestras metas. Pero el negar aquello que sentimos y reprimirlo, empeora más el asunto de lo que parece, aceptar esos sentimientos incómodos nos valida, nos brinda compasión. Todos y todas llegamos a fracasar en algo, entonces no nos castiguemos por fallar durante el aprendizaje constante.
Aprender del ensayo y error
Somos seres humanos, con una capacidad para razonar enorme, una forma en la que aprendemos y generamos conocimiento es a través de la prueba y error. Los errores son los que nos enseñan qué no nos funciona, para posteriormente mostrarnos lo que sí. Por tanto, el fracaso tiene una ventaja; nos obliga a analizar qué estamos haciendo mal, y en qué podemos mejorar.
Cuando te cueste trabajo verle ese lado agradable al fracaso, responde estas preguntas:
- ¿Qué puedo aprender sobre esto? Intenta nombrar una sola cosa
- ¿Qué puedo cambiar en mis acciones para hacerlo mejor la próxima?
- ¿Qué cambios en mis comportamientos me harían estar más orgulloso/a de mí en otras ocasiones, aunque volviera a fracasar?
Fallar es parte de la vida
Se nos educa cultural y socialmente para temerle al fracaso y para alcanzar la felicidad, esto perturba mucho porque cuando no conseguimos lo segundo, la insatisfacción es enorme. Pero esta vida no se trata de encontrar la felicidad, llegar a ella y por fin sentirse realizado/a; la felicidad es un estado emocional, por lo tanto, entramos y salimos de ella constantemente. Además, felicidad no es sinónimo de éxito, éxito es aceptarme como soy, es sentirse satisfecho/a con lo que hago, que inevitablemente, eso incluye el fracaso.
No generalizar
Cuando fallamos, tendemos a pensar que “todo nos sale mal” o que “nada hacemos bien”. Sacamos conclusiones de hechos específicos y las interiorizamos como si así siempre fuera toda la vida, como si ese error nos definiera completamente. Pero la identidad está conformada por mucho más cosas que sólo nuestras equivocaciones. Fracasar porque estoy aprendiendo no significa ser fracasado/a.
Evita buscar la aprobación ajena
Existimos en un mundo un tanto competitivo, pero cada persona tiene sus particularidades y su opinión, no podemos esperar agradarle a todo el mundo, y mucho menos estar de acuerdo con todas y todos. Por tanto, la opinión que más nos debe de importar, es la propia; hacernos cargo de nuestros fracasos y también celebrar nuestros éxitos.
Fracasar es vivir, así cómo también lo es tener éxito. Aceptar ambas partes de la vida nos puede ayudar a ver con curiosidad y sin juicio las fallas, y también a disfrutar nuestros triunfos.
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