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Cómo dejar de procrastinar utilizando la “regla de los 2 minutos”

Recientemente, he estado siguiendo una regla sencilla que me está ayudando a dejar de procrastinar y, al mismo tiempo, me facilita mantener buenos hábitos.

Hoy quiero compartirla contigo para que la pruebes y veas cómo funciona en tu vida. ¿Y lo mejor? Es una estrategia sencilla que no podría ser más fácil de usar. Esto es lo que necesitas saber…

La Regla de los Dos Minutos

Cuando empieces un nuevo hábito, debería llevarte menos de dos minutos hacerlo. Verás que casi cualquier hábito puede reducirse a una versión de dos minutos:

  • “Leer antes de acostarse cada noche” se convierte en “Leer una página”.
  • “Hacer treinta minutos de yoga” se convierte en “Sacar mi esterilla de yoga”.
  • “Estudiar para la clase” se convierte en “Abrir mis apuntes”.
  • “Doblar la ropa” se convierte en “Doblar un par de calcetines”.
  • “Correr cinco kilómetros” se convierte en “Atarme las zapatillas de correr”.

La idea es que tus hábitos sean lo más fácil posible de empezar. Cualquiera puede meditar durante un minuto, leer una página o guardar una prenda de ropa. Y, como acabamos de comentar, se trata de una estrategia poderosa porque, una vez que se ha empezado a hacer lo correcto, es mucho más fácil seguir haciéndolo. Un nuevo hábito no debe parecer un reto. Las acciones que siguen pueden ser un reto, pero los dos primeros minutos deberían ser fáciles. Lo que quieres es un “hábito de entrada” que te lleve de forma natural por un camino más productivo.

Por lo general, puedes averiguar cuáles son los hábitos de entrada que te llevarán a tu resultado deseado si estableces tus objetivos en una escala de “muy fácil” a “muy difícil”. Por ejemplo, correr un maratón es muy difícil. Correr una 5K es difícil. Caminar diez mil pasos es moderadamente difícil. Caminar diez minutos es fácil. Y ponerse las zapatillas de correr es muy fácil. Tu objetivo puede ser correr una maratón, pero tu hábito de entrada es ponerte las zapatillas de correr. Así es como se sigue la regla de los dos minutos.

Chica procrastinando
Photo by cottonbro on Pexels.com

¿Por qué funciona la regla de los dos minutos?

La gente suele pensar que es raro entusiasmarse por leer una página o meditar durante un minuto o hacer una llamada de ventas. Pero la cuestión no es hacer una sola cosa. La cuestión es dominar el hábito de presentarse. La verdad es que hay que establecer un hábito antes de poder mejorarlo. Si no puedes aprender la habilidad básica de aparecer, entonces tienes pocas esperanzas de dominar los detalles más finos. En lugar de intentar diseñar un hábito perfecto desde el principio, haz lo más fácil de forma más constante. Hay que estandarizar antes de poder optimizar.

A medida que se domina el arte de presentarse, los dos primeros minutos se convierten simplemente en un ritual al comienzo de una rutina más amplia. No se trata de un mero truco para facilitar los hábitos, sino de la forma ideal de dominar una habilidad difícil. Cuanto más ritualices el comienzo de un proceso, más probable será que puedas entrar en el estado de concentración profunda que se requiere para hacer grandes cosas.

Si haces el mismo calentamiento antes de cada entrenamiento, te será más fácil entrar en un estado de máximo rendimiento. Al sigues el mismo ritual creativo, te resultará más fácil entrar en el duro trabajo de crear. Cuando desarrollas un hábito constante de apagado, te resultará más fácil ir a la cama a una hora razonable cada noche. Tal vez no puedas automatizar todo el proceso, pero puedes hacer que la primera acción no tenga sentido. Haz que sea fácil empezar y el resto vendrá por añadidura.

La regla de los dos minutos puede parecer un truco para algunas personas. Saben que el verdadero objetivo es hacer algo más que dos minutos, por lo que puede parecer que están tratando de engañarse a sí mismos. En realidad, nadie aspira a leer una página o hacer una flexión o abrir sus notas. Y si sabes que es un truco mental, ¿por qué ibas a caer en él?

Si la regla de los dos minutos te parece forzada, prueba esto: hazlo durante dos minutos y luego deja de hacerlo. Sal a correr, pero debes parar a los dos minutos. Empieza a meditar, pero debes parar después de dos minutos. Estudia árabe, pero debes parar después de dos minutos. No es una estrategia para empezar, es todo. Tu hábito sólo puede durar ciento veinte segundos.

Ejemplo

Uno de mis lectores utilizó esta estrategia para perder peso. Al principio, iba al gimnasio cada día, pero se decía a sí mismo que no podía quedarse más de cinco minutos. Iba al gimnasio, hacía ejercicio durante cinco minutos y se iba en cuanto terminaba su tiempo. Al cabo de unas semanas, miró a su alrededor y pensó: “Bueno, siempre voy a venir aquí de todos modos. Podría empezar a quedarme un poco más”. Unos años después, el peso había desaparecido.

Estrategias como ésta también funcionan por otra razón: refuerzan la identidad que quieres construir. Si te presentas en el gimnasio cinco días seguidos -aunque sólo sean dos minutos- estás votando por tu nueva identidad. No te preocupa ponerte en forma. Estás centrado en convertirte en el tipo de persona que no se pierde los entrenamientos. Estás realizando la más mínima acción que confirma el tipo de persona que quieres ser.

Rara vez pensamos en el cambio de esta manera porque todo el mundo está consumido por el objetivo final. Pero una flexión es mejor que no hacer ejercicio. Un minuto de práctica de guitarra es mejor que no hacer nada. Un minuto de lectura es mejor que no coger nunca un libro. Es mucho mejor hacer menos de lo que esperabas que no hacer nada.

Siempre que te cueste mantener un hábito, puedes emplear la regla de los dos minutos. Es una forma sencilla de hacer que tus hábitos sean fáciles.

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