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Introducción a la orientación sexual e identidad de género.

Hablar de sexualidad conlleva comprender y analizar un gran espectro en cual se conjuntan conceptos que permiten entender y orientar a las personas al momento de cuestionarse sus gustos o incluso su identidad. 

Por lo tanto, es importante conceptualizar los términos de identidad de género y orientación sexual, que en muchas ocasiones tienden a confundir a las personas que están descubriendo o bien, re descubriendo, su sexualidad.  Por sí mismo, el término diversidad sexual pone en tela de juicio el discurso normado en la sociedad sobre la existencia de una sola manera de expresar el erotismo, afecto, deseo, etc., visibilizando la presencia de múltiples maneras de manifestarlo.

 

Orientación sexual e identidad de género.

Comencemos entonces por comprender qué significa hablar de sexo y de género: empleamos el primer término para hacer referencia al factor biológico, es decir, hombre o mujer; cuando se habla de género se deben emplear los términos de femenino y masculino, orientados en identificar el conjunto de características normativas, de roles o conductales que son atribuidas socialmente a una persona acorde a su sexo. Pensemos, por ejemplo, en aquellos atributos que se espera exprese un hombre: valentía, gusto por los deportes, poco contacto con las emociones (excepto con el enojo), etc. Hay ocasiones en las cuales dichas características son distintas al sexo, es decir, hay personas que se identifican como mujeres, pero que se relacionan más con lo masculino, y viceversa, hay hombres que tienen una mayor cercanía con los atributos socialmente designados para lo femenino. Relacionamos entonces ambos conceptos con lo que se conoce como identidad de género, siendo esta un complejo desarrollo que tiene una persona sobre sí misma en función de sus experiencias e historia de vida, su percepción, sus interacciones y los valores y normas que rigen su contexto y/o cultura (Sánchez, R. & Esmeralda, T. , 2009). 

A diferencia de la identidad de género que data de una vivencia individual sobre cómo cada persona experimenta lo femenino y masculino (Organización Mundial de la Salud), referir el término de orientación sexual es hablar de la atracción sexual, emocional y afectiva hacia otras personas, dicha atracción va desde lo que conocemos, por ejemplo, como heterosexual (atracción hacia personas del sexo opuesto), homosexual (atracción por personas del mismo sexo), bisexual (atracción por ambos sexos), entre otros. La orientación sexual no es una elección, es decir, no radica en que una persona de forma consciente elija hacia quién sentirse atraída, por lo tanto, no puede ser modificada de forma voluntaria. 

El rol de la terapia sobre la identidad de género y la orientación sexual.

Históricamente ha habido una lucha dirigida al reconocimiento y respeto de los derechos de las personas de la comunidad LGBTIQ+, recordemos que fue hasta 1973 que la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) eliminó del Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales (DSM) a la homosexualidad como parte de la lista de trastornos y padecimientos, clarificando que no debía y no debe ser considerada como una enfermedad, un trastorno o algo que se pueda modificar. Es de suma importancia debido a que el objetivo de las nombradas “terapias de conversión” estaba dedicado a cambiar la orientación sexual de una persona homosexual a ser alguien heterosexual, atentando contra los derechos y la dignidad de sus pacientes. De acuerdo con el artículo sobre la “Aproximación bioética a las terapias reparativas. Tratamiento para el cambio de la orientación homosexual.”,  Montoya, M. & Jaime, G. (2006),  en dichas terapias se asumió de forma equívoca, que en todas las personas que no sentían atracción única hacia el sexo opuesto tenían una heterosexualidad latente, y a su vez, se daba por entendido que eran infelices por su condición. 

Actualmente el panorama es distinto, en sesiones terapéuticas no se aborda el cambio o el “regresar a la norma” a las personas que se identifican con una orientación sexual distinta al discurso heteronormado presente en la sociedad, por el contrario, se busca respetar la identidad y orientación del consultante apoyando al individuo o a la familia en el proceso que conlleva el aceptar, identificar e incluso adaptarse a la orientación sexual y a la identidad de género, resaltando siempre que no es un problema emocional y mucho menos un trastorno. 

Puede centrarse también en un acompañamiento en el tránsito por la denominada “salida del clóset” o “destape”, siendo para muchas personas un evento de suma importancia que trae consigo miedo o soledad, ya que dependiendo del sistema de creencias y valores que posea su familia o la misma cultura, una persona que sea parte de este proceso puede adentrarse en una lucha contra prejuicios, estereotipos y desinformación sobre el amplio espectro que abarca la sexualidad humana. 

Consecuencias de la discriminación hacia personas de la comunidad LGBTIQ+.

La estigmatización y discriminación hacia dicha comunidad ha estado presente durante muchos siglos, y se ha acompañado de un sistema de creencias, conceptos y prácticas sociales que han excluido a un gran grupo de personas durante muchos años. Parte de dicha exclusión trae consigo consecuencias directas hacia la salud física y mental de personas identificadas con una orientación sexual e identidad de género distintas a las “aceptadas” socialmente, prevaleciendo el desarrollo de trastornos de ansiedad, depresión, ideación suicida o consumo de sustancias nocivas, en algunos casos. 

En conclusión, es crucial resaltar el informarse sobre temas relacionados con la sexualidad para así poder autoconocerse, o bien, orientar a las personas que estén viviendo un descubrimiento o entendimiento sobre su sexualidad evitando así establecer prejuicios que puedan generar confusión o daño a la integridad del individuo.

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Introducción a la orientación sexual e identidad de género.

Hablar de sexualidad conlleva comprender y analizar un gran espectro en cual se conjuntan conceptos que permiten entender y orientar a las personas al momento de cuestionarse sus gustos o incluso su identidad. 

Por lo tanto, es importante conceptualizar los términos de identidad de género y orientación sexual, que en muchas ocasiones tienden a confundir a las personas que están descubriendo o bien, re descubriendo, su sexualidad.  Por sí mismo, el término diversidad sexual pone en tela de juicio el discurso normado en la sociedad sobre la existencia de una sola manera de expresar el erotismo, afecto, deseo, etc., visibilizando la presencia de múltiples maneras de manifestarlo.

 

Orientación sexual e identidad de género.

Comencemos entonces por comprender qué significa hablar de sexo y de género: empleamos el primer término para hacer referencia al factor biológico, es decir, hombre o mujer; cuando se habla de género se deben emplear los términos de femenino y masculino, orientados en identificar el conjunto de características normativas, de roles o conductales que son atribuidas socialmente a una persona acorde a su sexo. Pensemos, por ejemplo, en aquellos atributos que se espera exprese un hombre: valentía, gusto por los deportes, poco contacto con las emociones (excepto con el enojo), etc. Hay ocasiones en las cuales dichas características son distintas al sexo, es decir, hay personas que se identifican como mujeres, pero que se relacionan más con lo masculino, y viceversa, hay hombres que tienen una mayor cercanía con los atributos socialmente designados para lo femenino. Relacionamos entonces ambos conceptos con lo que se conoce como identidad de género, siendo esta un complejo desarrollo que tiene una persona sobre sí misma en función de sus experiencias e historia de vida, su percepción, sus interacciones y los valores y normas que rigen su contexto y/o cultura (Sánchez, R. & Esmeralda, T. , 2009). 

A diferencia de la identidad de género que data de una vivencia individual sobre cómo cada persona experimenta lo femenino y masculino (Organización Mundial de la Salud), referir el término de orientación sexual es hablar de la atracción sexual, emocional y afectiva hacia otras personas, dicha atracción va desde lo que conocemos, por ejemplo, como heterosexual (atracción hacia personas del sexo opuesto), homosexual (atracción por personas del mismo sexo), bisexual (atracción por ambos sexos), entre otros. La orientación sexual no es una elección, es decir, no radica en que una persona de forma consciente elija hacia quién sentirse atraída, por lo tanto, no puede ser modificada de forma voluntaria. 

El rol de la terapia sobre la identidad de género y la orientación sexual.

Históricamente ha habido una lucha dirigida al reconocimiento y respeto de los derechos de las personas de la comunidad LGBTIQ+, recordemos que fue hasta 1973 que la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) eliminó del Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales (DSM) a la homosexualidad como parte de la lista de trastornos y padecimientos, clarificando que no debía y no debe ser considerada como una enfermedad, un trastorno o algo que se pueda modificar. Es de suma importancia debido a que el objetivo de las nombradas “terapias de conversión” estaba dedicado a cambiar la orientación sexual de una persona homosexual a ser alguien heterosexual, atentando contra los derechos y la dignidad de sus pacientes. De acuerdo con el artículo sobre la “Aproximación bioética a las terapias reparativas. Tratamiento para el cambio de la orientación homosexual.”,  Montoya, M. & Jaime, G. (2006),  en dichas terapias se asumió de forma equívoca, que en todas las personas que no sentían atracción única hacia el sexo opuesto tenían una heterosexualidad latente, y a su vez, se daba por entendido que eran infelices por su condición. 

Actualmente el panorama es distinto, en sesiones terapéuticas no se aborda el cambio o el “regresar a la norma” a las personas que se identifican con una orientación sexual distinta al discurso heteronormado presente en la sociedad, por el contrario, se busca respetar la identidad y orientación del consultante apoyando al individuo o a la familia en el proceso que conlleva el aceptar, identificar e incluso adaptarse a la orientación sexual y a la identidad de género, resaltando siempre que no es un problema emocional y mucho menos un trastorno. 

Puede centrarse también en un acompañamiento en el tránsito por la denominada “salida del clóset” o “destape”, siendo para muchas personas un evento de suma importancia que trae consigo miedo o soledad, ya que dependiendo del sistema de creencias y valores que posea su familia o la misma cultura, una persona que sea parte de este proceso puede adentrarse en una lucha contra prejuicios, estereotipos y desinformación sobre el amplio espectro que abarca la sexualidad humana. 

Consecuencias de la discriminación hacia personas de la comunidad LGBTIQ+.

La estigmatización y discriminación hacia dicha comunidad ha estado presente durante muchos siglos, y se ha acompañado de un sistema de creencias, conceptos y prácticas sociales que han excluido a un gran grupo de personas durante muchos años. Parte de dicha exclusión trae consigo consecuencias directas hacia la salud física y mental de personas identificadas con una orientación sexual e identidad de género distintas a las “aceptadas” socialmente, prevaleciendo el desarrollo de trastornos de ansiedad, depresión, ideación suicida o consumo de sustancias nocivas, en algunos casos. 

En conclusión, es crucial resaltar el informarse sobre temas relacionados con la sexualidad para así poder autoconocerse, o bien, orientar a las personas que estén viviendo un descubrimiento o entendimiento sobre su sexualidad evitando así establecer prejuicios que puedan generar confusión o daño a la integridad del individuo.

1 pensamiento sobre “Introducción a la orientación sexual e identidad de género.”

  1. Pingback: Asexualidad, otra ventana de la sexualidad. – Fogata Azul: Psicología y Desarrollo

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