Permanentemente experimentamos emociones, éstas varían en intensidad dependiendo de las situaciones que vivimos. Cuando comemos nuestro platillo favorito sentimos alegría, tristeza cuando perdemos a nuestra mascota, o enojo cuando las cosas no nos salen como planeamos.
Principalmente la regulación emocional consiste en tener la capacidad de influir en la intensidad y temporalidad de las emociones propias. Por ejemplo, cuando analizamos por un momento cómo nos estamos sintiendo ante algo ocurrido antes de responder. O cuando hacemos que nuestra emoción derive en otra intencionalmente, ahí estamos haciendo uso de nuestra regulación emocional.
Esta habilidad está muy relacionada con la inteligencia emocional. Pues en la regulación emocional, no sólo se busca reaccionar con el pensamiento o la razón, sino aprender a modular el propio estado emocional. Por eso es tan importante; porque aprender a manejar y expresar las emociones adecuadamente nos ayudará a resolver de mejor manera los obstáculos del día a día.
¿Cómo hacer uso de la regulación emocional?
Existen diversas estrategias para la regulación emocional, algunas se emplean antes de que aparezca la emoción, otras se aplican después de ella, incluso algunas son más efectivas que otras. Tú puedes elegir la que mejor se adapte a tu personalidad y a la situación que estés viviendo, por lo que es bueno ser flexible a la hora de ponerlas en práctica.
Paro de pensamiento
Esta técnica implica que, cuando experimentamos emociones desagradables como ansiedad, tristeza, enojo, centremos nuestra atención en identificar qué pensamientos se presentan en ese momento y cuáles son aquellos que incrementan o mantienen esta emoción desfavorable.
Ya que lo identificamos, es importante ponerle un alto y decirnos ¡Basta! Hacer una pausa de esos pensamientos y buscar sustituirlos por algunos más positivos.
Autorregulación
En esta técnica primeramente consiste en identificar y enlistar en una libreta todos aquellos pensamientos que aparecen cuando nuestras emociones se desbordan, sean agradables o no. Con base en esto, analizar cuáles pensamientos desencadenan y/o mantienen este desenfreno de emociones. Sobre todo es importante identificar aquellas situaciones en las que nuestras emociones se vuelven incontrolables.
Reconocer estos pensamientos y situaciones, permite anticiparnos, para así poner en práctica cualquier otra estrategia antes de perder el control de las emociones.
La detección y análisis de los pensamientos implica constancia; al principio puede que nos cueste trabajo identificarlos y posteriormente controlarlos, pero con práctica, poco a poco se volverá más sencillo.
Finalmente, es importante mencionar que en muchas ocasiones tendemos a rechazar emociones consideradas negativas, porque las percibimos como algo malo. Pero lo cierto es que cada emoción tiene su propósito, darles su lugar en las situaciones nos trae más beneficios que reprimirlas.
Recuerda que siempre es mejor aceptar y conectar con lo que sentimos para lograr y, sobre todo, mantener un bienestar emocional.
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